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Coquetear a un hombre zorita de tus sueños

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Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida. El joven viajero y amante de la ciudad de Guadalajara y su provincia, desde hacía tiempo venía realizando visitas turísticas por la capital y de aquellas tierras llamadas alcarrias. Su curiosidad le había llevado a ser un estudioso de la historia, cultura, tradiciones, monumentos y de la peculiar belleza paisajística que goza la provincia de Guadalajara. Para su construcción, se abasteció la mayor parte con materiales de la antigua ciudad visigoda llamada Recópolis, situada en las inmediaciones. Nuestro viajero había partido desde Madrid una radiante mañana del mes de mayo, con un cielo azul y sin una sola nube. Se dirigió hacia la capital de Guadalajara para desayunar, como era su costumbre al hacer rutas por aquellas tierras, para después seguir hasta su destino, donde tenía intención de permanecer un fin de semana. Desde tiempos remotos, los vigilantes que protegían la puerta de la muralla y todo el perímetro amurallado alrededor del castillo, así como el puente sobre el río, se protegían con grandes y agresivos perros, también por considerar importante su destacado olfato para detectar presencia humana; imponiendo gran temor a quienes se acercaban a la villa, de ahí su sobrenombre de los Canes. Después se dirigió hacia el castillo para observar sus características.

Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida. Su curiosidad le había llevado a ser un estudioso de la historia, cultura, tradiciones, monumentos y de la peculiar belleza paisajística que goza la provincia de Guadalajara. Para su construcción, se abasteció la mayor parte con materiales de la antigua ciudad visigoda llamada Recópolis, situada en las inmediaciones. Nuestro viajero había partido desde Madrid una radiante mañana del mes de mayo, con un cielo azul y sin una sola nube. Se dirigió hacia la capital de Guadalajara para desayunar, como era su costumbre al hacer rutas por aquellas tierras, para después seguir hasta su destino, donde tenía intención de permanecer un fin de semana. Desde tiempos remotos, los vigilantes que protegían la puerta de la muralla y todo el perímetro amurallado alrededor del castillo, así como el puente sobre el río, se protegían con grandes y agresivos perros, también por considerar importante su destacado olfato para detectar presencia humana; imponiendo gran temor a quienes se acercaban a la villa, de ahí su sobrenombre de los Canes. Después se dirigió hacia el castillo para observar sus características.